Me dejaste a solas con la noche, abandonaste mi cálido corazón, dejándolo frío y sin razón de seguir latiendo por una pasión. Como un peregrino busque al lado del camino concordia a mi alma. cuando mas te buscaba mas lejos estabas de ser hallada. La paz es mi única arma ante la vasta soledad que me brindaste al momento de darme una exquisita y frígida sonrisa, que como las olas del mar, apacibles y poderosas entumecieron mis entrañas. Te veo en la ventana de mi ausencia, trato de abrazarte en mis ilusiones aunque solo sean parte de mi afligida utopía. Y por mas que lo intente y ya no corresponda a tu espléndida mirada, seguiré albergando nuestras delirantes pasiones en mis memorias perpetuas. Mis acciones te crucificaban, mi actitudes te escupían y mi orgullo lo escondía. Ante todo lo ocurrido, nunca pude aclararte mi espontanea carencia de presencia, y jamas he de preguntarte por qué a mi amor renunciaste sin siquiera denunciarme mis errores fatales. Te rogué olvidarme, aún pensándote, te pedí no dejarme, mientras yo te había dejado, y aunque no lo estimes, tus desdichas son mi gran agravio envuelto de tormento con el paso de los años, por eso declaro en estos versos agrios: "Renace con esmero y vive sin mi", porque solo fui la fruta corrompida de un árbol desventurado. Quedé siendo el ápice de tus alusiones e infame ante tus oidores.
Al leer esta carta recuerda que te dije: "Eres el fulgor de mi alma oscura, en mí solo prolifera vanidad, amargura y cobardía".
Y una vez mas pido que Dios me ayude en esta travesía de la vida.
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