El regalo mas acertado de la naturaleza fue hacerte obra de mis manos, y viajera de mis besos.
El anuncio más providencial fue la sonrisa tuya ante tal sonrojada mía.
Detengo mis pasos, en asombro a los tuyos,
acelero mis pulsaciones, sabiendo que el aire te falta,
arranco en osadía hurtándote un beso.
Musité plegarías a escondidas de mi orgullo,
resguarde el momento, y acampe a tu encuentro.
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