Nada puede calmar la desazón que me apuñala la espalda,
afuera es primavera y en mi corazón es invierno,
cambió mi sonrisa alegre y como el musgo creció triste.
Entrelazados en el viaje de la soledad,
van temerosos mis sueños y esperanzas,
ocultándose de vergüenza,
cantando melancólicamente una balada agria.
A oscuras te observo, y veo que tu extraño rumbo, tu destino inefable,
es definitivamente nuestro antagónico desenlace,
y en mis absurdas noches desveladas,
tus huellas en mi gritan con extrañeza.
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