y el extrañarte quizás ha comenzado a ser mi vicio placentero.
Tu silenció abrumo la paz que llevaba mi alma,
y el orgullo quizás no fue mi mejor camino.
Luché por convertir tus penas en nuestras alegrías,
busqué la manera de secar tus lagrimas sin ser la causa de ellas,
Forje con mis abrazos un mural de encantos,
pero tú con suspicacia lo fuiste derribando.
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